3 historias de terror sobre emprender con final feliz

historias de terror sobre emprender

 

Como el mismísimo Dickens hubiera escrito, era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos; la época del desempleo y del emprendimiento; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de los nuevos comienzos y el invierno del temor a lo desconocido*. En tales circunstancias se encuentra el protagonista del post de hoy, en vísperas de la noche de Halloween. Ha tomado una cena ligera frente al ordenador. Tiene los ojos ahítos de imágenes pluscuamperfectas y mil veces pineadas. Lleva horas perdido en las redes, entre mensajes exitosos de líderes en su sector y artículos sobre marketing y emprendimiento que le han saturado la sesera hasta la inacción y el hastío. Nuestro pequeño emprendedor se siente perdido, confuso y diminuto. No sabe por dónde empezar y en lo más profundo de su alma teme no llegar a cumplir sus metas. Con esta desazón, se mete en la cama, buscando descanso para el cuerpo, pero, sobre todo, para su arrugado y constreñido corazón.

En la calle, la niebla es fría y compacta, lo suficientemente densa para ahogar la luz de las farolas y proyectar sombras junto a su ventana. Al calor de las mantas y con los ojos semicerrados, esas sombras van tomando forma. Nuestro pequeño emprendedor cabecea y antes de darse cuenta se ha quedado dormido. Pero lejos de ser un sueño apacible, se ha sumergido en la más terrible de las pesadillas. Y no será la única que tenga esta noche.

 

Pesadilla número 1: jamás te ganarás la vida con esto.

En su sueño, nuestro emprendedor se visualiza a sí mismo saliendo del banco. Ha pagado los impuestos trimestrales, la cuota de autónomo y la mensualidad de la gestoría. Tiene los bolsillos del revés y el saldo de su cuenta de un rojo amoratado nivel congestión cardiovascular. Es más pobre que el ropero de Tarzán y tendrá que alimentarse de peladillas y sobras lo que le quede de vida emprendedora. Pero lo peor de todo es que acaba de dejar un riñón en el banco y puede que en la próxima trimestral tenga que empeñar el otro.

Aún dormido, nuestro pobre protagonista se agita y sobresalta, se aferra al colchón en un intento de hallar un respaldo, un sustento, un descanso. Sufre cosa bárbara porque no sabe que esta pesadilla, en el mundo real, tiene final feliz. Es cierto que al principio no lo parece y que llegar a fin de mes es cosa dura cual rodilla de cabra. Pero no siempre es así. Las ganancias van en aumento y llega un punto en que te da para pagar tus gastos y no sólo para que el gobierno se aproveche de ti.

Pero atención porque nuestro emprendedor durmiente parece que ha dejado de agitarse y, quizás, esté teniendo otro sueño.

 

Pesadilla número 2: vivirás y morirás como hombre orquesta.

No cabe duda. Tiene la frente perlada de sudor y la mandíbula tensa. Ya no siente miedo, pero está más estresado que un caracol cruzando la calle. En su sueño, es el clásico emprendedor orquesta. Tiene que llevar la contabilidad, hacer fotos, escribir textos, diseñar carteles, aprender html, bailar claqué, hacer submarinismo a pulmón, enfoscar paredes… Nuestro emprendedor está al borde del infarto y de la cama. Una de dos: se le para el corazón o se precipita contra el suelo. Quizás va siendo hora de contarle la verdad. Y es que al principio de emprender, tu bolsillo te obligará a ejercer de Juan Palomo, hacer un poco (o mucho) de todo y bailar la conga a la pata coja si hace falta. Pero con el tiempo puedes y debes delegar tareas y contar con ayuda de expertos. Lejos de ser un gasto, se convertirá en una inversión que se recupera antes de lo que crees y que marcará la diferencia entre un hobby y un negocio profesional.

No sé si habrá sido por estas últimas palabras, pero ahora duerme como un bendito. Quizás al fin esté teniendo un sueño apacible…

 

Pesadilla número 3: pasarás de tener un sólo jefe a tener tantos jefes como clientes.

… O quizás no. Tal vez simplemente se hallara en la transición de una pesadilla a otra porque por momentos vuelve a respirar con dificultad y se revuelve entre las sábanas, más agobiado que un mono en un macuto. La decepción se pinta en su rostro. ¡Ha tenido una visión terrible! Una manada de jefes le persigue, le atormenta, le escribe whatsapps los domingos, le envía audios a altas horas de la noche, le pide cosas para ayer… Ah, no, no son jefes: ¡son clientes! Nuestro pobre emprendedor no para de lamentarse. Se pregunta  en qué momento se le ocurrió que era buena idea cambiar un jefe por muchos. Gimotea, hecho una bolita, con el corazón blandito como un huevo escalfado.

Estoy tentada de despertarle. Quiero que sepa que esto sólo es así hasta que comprendes que tú tienes las riendas y el poder de decidir con quién trabajas, cómo y cuándo. Que debe dejar atrás esa relación de mandamás y subordinado. Que ahora puede elegir a clientes con los que comparta valores y tener una relación de igual a igual que enriquezca a ambas partes.

Se lo cuento en susurros, para que se sienta cobijado y feliz, como mecido entre los pechos de Dolly Parton. El descanso que logra, por fin, es mucho más agradable que cuanto haya conocido anteriormente. Dejemos que siga durmiendo, lo necesita. Pronto sonará el despertador, se disipará la niebla y tendrá que enfrentarse a un nuevo día en su historia como emprendedor. Ahora ya sabe que no es fácil. Pero, de algún modo, tiene la certeza de que tendrá un final feliz.

 


*Versión libre del párrafo inicial de Historia de dos ciudades, de Charles Dickens

 

9 comentarios

  1. Susana… qué decir, me has dejado sin palabras. Es un post redondo y muy original. Gracias por hacerlo siempre diferente y divertido. Tienes una cabecita prodigiosa!

  2. Ains Susana…qué poder tienes para hacer ver todo más fácil!!! Tu punto humorístico es tu mejor baza…voy a reírme de mis pesadillas jajaja!! Gracias guapa!!!

  3. Clap, clap, clap!!! Un fuerte aplauso desde aquí!!! Te has superado mucho con este post Susana!

    No estoy viviendo en mis carnes estas pesadillas, pero muchas otras se están asomando a mi mente, en forma de inseguridades y millones de dudas. Saber que esto tiene un final feliz, no te miento, tranquiliza mucho!

    Un abrazote muy grande 😀

  4. Quieres creerte que me has dejado muy tranquila???
    Yo la fase 1 la superé la semana pasada: tengo un superhabit en lo que va de año de 800 lereles… con eso no se vive, pero se vive peor con -1200 (el temido rojo).
    Hice la contabilidad, la de verdad, no la que se le envía a la gestoría, la de las gallinas que entran por las que salen. Esa donde las inversiones cuentan como gasto porque han salido de tu (raquítico) bolsillo. Y… albricias!!! ya no tengo pérdidas!!! sólo me ha costado 3 años (y no es ironía… con la situación actual no está nada mal).
    La fase 3 me la estoy trabajando… aunque aún he dejado látigos en manos de algunos, pero pronto me pondré mi fedora y el látigo me lo colgaré del cinturón, que llega Halloween y de algo hay que disfrazarse.
    La fase 2… bueno, ahí andamos. Pero lo más importante es que ya sé qué es lo que quiero hacer. Y dentro de eso, qué es lo que me encanta.

    Una vez más, Susana, te sales. Me ha encantado el post. Me ha encantado el contenido y aún más la forma… Dickens es de mis favoritos!!!

  5. Hola Susana, ha sido empezar a leer el post y quedarme enganchada. Llevo mucho tiempo con un sueño, que este año empecé a poner en marcha y a convertirme en ese hombre orquesta del que hablas. Con una mala situación económica y con muchas miedos y dudas voy avanzando aunque no lo rápido que quisiera y aún en esos temidos números rojos. Leo tus post y me das muchos ánimos y quién sabe puede que con el tiempo pueda contar con tu ayuda.
    De momento solo agradecerte estos post tan ingeniosos y que animan a no sentirte sola e incomprendida y a seguir.
    Un abrazo

  6. Ya se me van quedando cortos los halagos, un post redondo Susana, me ha encantado de principio a fin, eres una artista del storytelling. ¡Ah! Y puedo confirmar que he pasado por todas las pesadillas y aún estoy aquí, así que doy fe del final feliz 🙂 Abrazo!

  7. Me ha encantado! Son mis pesadillas, causales de mis insomnias y patrocinadoras del tecito para dormir. Que la ansiedad me mata y ser mujer orquesta me agota, pero al menos hay esperanza de un final feliz … cierto no?

  8. No podía irme a cruzar el charco sin pasar primero por aquí a leerte. Y aunque me siento muy identificada (sobre todo por la actualidad de mi vida, con el segundo punto), debo decirte que lo que más siento es envidia, envidia de la mala, de esa que te hace interrumpir la lectura para decirte a ti mismo: «porqué!!! Porqué yo no escribo así?» pero luego se me pasa porque me llena el placer de poder leerte y porque te quiero… Un post maravilloso y tres pesadillas de sortear casi a diario! ^.^

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