Parezco un ermitaño. Creo que me dejaré barba y cultivaré un huerto para terminar de encajar en el papel. Quiso la suerte y la alineación de los planetas que todos los proyectos que tenía en el aire confluyeran en el mismo punto del espacio y tiempo, y aquí me tenéis, poniendo color a las paredes de mi cabaña, moodboard va, moodboard viene.
De vez en cuando hago incursiones a la cocina para conseguir víveres. Mi yo previsor llenó el congelador de pan para no morirme de hambre durante estos días, días de bocadillos fugaces frente al ordenador. Eso sí, no bajar a la panadería a diario tiene sus consecuencias sociales. Entre ellas, una pérdida de contacto con la realidad más que evidente, y, por supuesto, el riesgo de terminar siendo una excluida en este barrio. Cuando todo esto pase, tendré que atajar el tema de forma radical y volver a recuperar mi yo extrovertido con una maniobra arriesgada: iré a la peluquería. Y no me cortaré las puntas, no. Pediré un completo: tinte y mechas, que estoy muy loca.
Menos mal que el trabajo que hago en la cabaña es bonito y me gusta. De hecho, hoy quiero mostrar una parte: algún que otro color palette moodboard. Estoy al comienzo de la fase creativa con varios clientes a la vez. Con algunos estoy trabajando ahora mismo en su identidad corporativa o en sus páginas webs. La cuestión es que juntos estamos viendo qué cosas les gustan y les inspiran, y yo ya estoy en modo capturadora de colores. Porque para mí todo empieza con el color.
El ojo es más rápido que la razón. Entramos en las tiendas y, sin darnos cuenta, nos acercamos a ciertos percheros y descartamos otros. ¿La razón? El color. Mucho antes que el diseño, el tejido, el precio… sentimos un flechazo única y exclusivamente por el color. Eso es lo que provoca que nos acerquemos.
¿Pero sabes qué es lo que determina que nos quedemos más o menos tiempo? La armonía. El modo en el que casan los colores y la cantidad de tonos que conviven en un mismo espacio hace que nos relajemos, que nos sintamos cómodos y con ganas de quedarnos.
Por eso cuando tengo que afrontar trabajos de diseño, el color es el pilar que me permite construir hacia arriba. Si te has dado un paseo por esta web, habrás visto que la armonía es una de los elementos más destacables. No se trata sólo de que las cosas vayan a conjunto, se trata de ir un paso más allá y entender el modo en que los colores hablan entre sí, asegurándose de que esa «conversación» se extienda y llegue a todas partes.
Los clientes para los que he desarrollado estos tres moodboards están felices con sus colores corporativos. Cada uno se siente definido y representado. Y es que para gustos, los colores, ¿verdad?
Yo me despido ya, que he oído pasos en el portal y voy a asomarme a la mirilla, sólo por el placer de ver a otro ser humano. ¡Nos vemos la semana que viene!
8 comentarios
¡Qué maravilla, Susana! Tienes un ojo para los colores que ya quisiera yo… qué bonito lo haces. Estoy deseando trabajar contigo.
¡Qué belleza! Dan ganas de encargarte algo sólo para verte hacer estos collages tan bonitos. Yo los veo y me encantan, pero no sabría hacerlos ni combinar los colores de esa manera.
¡Ains, yo quiero uno! Flechazo total, pero ve a comprar el pan, mujer. Seguro que tus clientes pueden esperar.
Cuidado que lo siguiente es ser la vieja del visillo, jajajaja. Como siempre, un post súper divertido. Me ha encantado ver un trocito de tu trabajo.
Eres una artista hagas lo que hagas. Me encantó la foto que vi el otro día en Facebook. Algún día nos tienes que explicar cómo lo haces 😉
Jajajajaja me parto, seguro que estas bella aún sin salir de casa hace tiempo
Esos colores me encantan, no se cual de los tres mood board me gusta mas
Muaaa
Qué buen gusto tienes y qué bien escribes!! Eres una artista!! 🙂