Querida amiga, 2026 se presenta fuerte en cuestión de redes, pero no por lo que tú crees.
2025 no ha sido el año más fácil para quienes creamos contenido. Ha sido un año raro, cansado, lleno de cambios, ajustes y altibajos. Un año que nos deja con la sensación de haber estado subida a una cinta de correr. Sí, sí, porque has hecho mucho esfuerzo pero has avanzado muy poco.
Hace unos días, en una entrevista, me preguntaron si acaso Instagram estaba muerto.
Así, tal cual.
Y yo respondí que no. Lo que está muerto es usarlo como antes.
Y hoy quiero contarte por qué. Y, sobre todo, en qué dirección deberías empezar a caminar.
Porque más allá del ruido y de los miedos y de la sensación de que todo cambia demasiado rápido, 2026 sí puede ser un buen año en redes sociales. Quizá incluso uno de los mejores. Pero no por las razones que te imaginas.
Y si te quedas conmigo unos minutos, te lo explico.
Tengo la sensación de que, durante este año, muchas personas han sentido ese pequeño derrumbe interior de abrir Instagram y pensar:
“¿Pero qué está pasando aquí?”.
“Esto cada vez es más sacrificado y funciona peor”.
“Se me está hundiendo el barco y por mucho que lo intento no consigo sacarlo a flote”.
“¿Qué estoy haciendo mal? Veo otras cuentas a las que les va bien, ¿por qué a mí no? ¿Es que a la gente no le gusta lo que hago?”.
“¿Tiene sentido todo este esfuerzo?”.
“Quizás debería enfocarme en otra cosa, ¿pero en qué?”.
“Me estoy quedando atrás”…
Es inevitable no llevárselo al terreno personal y sentir decepción, miedo, hastío y cansancio.
Pero en realidad esto no tiene nada de personal: en general, estamos cambiando nuestros hábitos de consumo, nuestras expectativas sobre el contenido, nuestro nivel de tolerancia al ruido, nuestros intereses…
Y eso está moviendo las placas tectónicas de las redes sociales. Porque cada vez que una plataforma cambia, en realidad lo que está cambiando (y mucho) son las personas que consumen contenido.
Ojo, los algoritmos también (de eso, no hay duda).
Pero no podemos negar que nosotras somos las primeras que estamos cambiando. Nosotras y los millones de personas que deciden qué mirar, qué ignorar, qué les emociona y qué les hace bostezar cada día.
Así que vamos a sacudirnos el pánico. Porque cada vez que parece que Instagram se está derrumbando, en realidad, se está reordenando. Y cada nuevo orden trae su dosis de susto, pero también nuevas oportunidades, algo que antes no estaba, nuevos huecos en los que tú por fin puedes encontrar tu sitio.
2025 ha sido el año en el que más gente ha consumido contenido digital en la historia.
YouTube supera a plataformas enteras de streaming. TikTok está en cifras históricas. Y la inversión en marketing de creadores ha vuelto a batir récords.
Y, ¿qué pasa con Instagram? ¿Qué pasa con la plataforma que, queramos o no, sostiene buena parte de nuestros negocios?
Instagram también sigue creciendo (aunque no lo parezca). Meta publicó el dato hace nada: Instagram ha superado los 2.350 millones de usuarios activos en 2025.
Es una barbaridad.
Para que te hagas una idea: tiene el doble de usuarios que TikTok.
Entonces ¿por qué sentimos que no funciona?
Porque sí, hay más personas mirando contenido, pero también hay más cansancio. Más saturación. Más “esto ya lo he visto”. Más “otra vez lo mismo”.
Publicar en 2025 ha sido un poco como hablar en una habitación en la que todo el mundo está hablando a la vez. Da igual si hablas bien: es difícil que te escuchen.
Y, claro, cuando la atención baja y es más escasa, el listón sube. Contenidos que antes funcionaban bien, dejan de hacerlo. Y no es porque sean malos en sí, es porque hay más competencia. Y también porque el mundo evoluciona y ya no está en el mismo punto. Necesita algo distinto.
Así que ahora que entendemos el contexto, podemos ir a lo importante: a analizar en qué punto están las cosas y qué es lo que sí va a funcionar. A lo que merece tu energía. A lo que hará que 2026 sea distinto.
Una de las cosas más evidentes y que ya estamos viviendo es el fin de lo estético vacío. Ojo, no de lo bello. Pero sí de lo que es solo una cáscara vacía.
Esto me encanta.
Porque aquí una servidora es fan de lo bello, pero no de lo vacío.
Ese contenido donde todo es perfecto, limpio, inmaculado, pero que no tiene nada más nos ha cansado y nos ha desconectado.
Preferimos lo imperfecto pero con chicha, con humanidad, con historia, con trasfondo.
No es que el contenido “bonito” no guste, es que necesita alma.
Por eso en 2026 no se va a premiar a quien produzca más perfección inmaculada, sino a quien transmita más verdad.
Bienvenida a la era de la “humanidad pulida”.
No se trata de descuidar las cosas, sino de despojarlas de lo accesorio. De dejar fuera lo que lo no es esencial para que respire lo que sí lo es.
Esto no es caos, feísmo, dejar la cámara sucia y descuidar el audio “porque así soy real”, no… Se trata de que la gente quiere ver tu mundo, tu proceso, tus luchas, tus giros, tus porqués, tu criterio. Y si lo muestras con belleza y con cariñito, maravilloso, pero sobre todo hazlo con verdad, sin “falsos decorados”.
Eso es la humanidad pulida. Y eso es lo que te abre la puerta, justo ahora, a crear de otra manera.
Otra tendencia que va a marcar 2026 es la de redefinir mejor tu nicho. Porque no basta con tener claro el tema del que hablas, sino la persona a la que hablas.
Ya no basta con elegir un tema: moda, bienestar, marketing, cocina… Porque los temas no nos fidelizan.
Las experiencias compartidas sí.
Tu contenido no crece cuando eliges una categoría: crece cuando eliges a quién estás llamando cuando publicas.
Por ejemplo, a mujeres sensibles que están creando un negocio desde cero, a madres agotadas que necesitan volver a sentirse capaces, a artesanas que temen desaparecer entre tanto ruido, a emprendedoras que quieren crecer sin romperse por dentro.
Ese es el verdadero nicho: la comunidad que se reconoce en lo que dices porque vive algo parecido a lo que vives o has vivido tú.
Por eso, debes dejar de definir tu nicho simplemente por una temática, y empezar a hacerlo por un momento vital.
Por ejemplo, no es “hablo de emprendimiento”. Es “hablo a quien quiere un negocio que florezca sin marchitarse por el camino.”
Se entiende el matiz, ¿verdad?
Al final se trata de “ennichar” a tu audiencia por el momento en el que están, la sensibilidad desde la que miran el mundo o aquello que desean (aunque no sepan ponerle palabras).
Todas las creadoras deberían tener esos filtros claros. Porque cuando sabes a quién hablas de verdad, tu contenido deja de ser parte del ruido generalizado y empieza a sentirse más como una conversación íntima.
Y 2026 va a premiar esto: contenidos creados para comunidades que tienen algo en común más profundo que una temática.
Pero esto no es todo. Hay otra tendencia muy fuerte para 2026, y tiene relación con el contenido educativo.
Y es que hay cierto tipo de contenido educativo que está perdiendo fuerza.
Y no por culpa de nadie, sino porque ahora existe algo que hace unos años no existía: una herramienta capaz de darte cualquier explicación, cualquier paso a paso, cualquier checklist en dos segundos. Efectivamente, la inteligencia artificial.
La IA ha hecho algo muy curioso, que es convertir el contenido informativo más básico en una mercancía abundante, barata, sin personalidad… Y sin valor.
Todo lo que sea “cómo hacer algo en cinco pasos”, “trucos para X”, “2 tips para Z”, “ideas rápidas para Y”… ya no diferencia a nadie. Porque ese contenido superficial puede generarlo cualquiera. Y cuando algo lo puede hacer cualquiera, deja de tener valor.
Ojo, esto no significa que todo el contenido educativo se vaya al garete, ¿eh? Es solo que ahora se valora más algo que no se quede en la superficie, que esté basado en tu experiencia personal (y, por tanto, no lo pueda contar la IA), que tenga criterio…
Cada vez es más clara la frontera entre 2 tipos de contenido educativo: el que replica información, sin más; y el que interpreta, acompaña, filtra, da criterio, lo pasa por el colador de su experiencia propia…
La gente ya no busca contenido que explique cosas, sin más. Para eso tiene a ChatGPT. Busca contenido que les haga pensar, que les haga sentir, que les haga elegir mejor, que les haga ver las cosas de otra manera.
Busca criterio, mirada, sensibilidad, experiencia…
Ese tipo de contenido educativo sí seguirá funcionando. Funcionará si está anclado a tu experiencia, a tu forma de resolver problemas, a tu voz propia, a tu manera de hacer que las cosas difíciles se entiendan de forma sencilla.
El contenido que va a tener cada vez más valor es el que la IA no sabe producir, el que proviene desde tu propia vida y tu conocimiento.
Por eso, no creo que 2026 vaya a venir a pedirte que seas más rápida, ni más perfecta, ni más “para todo el mundo”, ni que produzcas más.
Más bien al contrario.
Este es el momento perfecto para recobrar la cordura. Para recordar que no somos máquinas de crear contenido, que no sirve de nada producir por producir ni delegarle nuestra voz y nuestro criterio a la IA para terminar publicando lo mismo que otras miles de personas y ser parte del ruido.
De nada sirve producir más o más rápido si aquello que produces no le hace cosquillas a nadie.
Es el momento de que vuelvas a ti. A tu forma única de contar, de mirar, de compartir y de entender el mundo.
Es el momento de soltar la sobreproducción, la rapidez y la perfección vacía.
Porque 2026 no va a ser un año para seguir corriendo más. Va a ser un año para bajarte de la rueda de hámster de la creación de contenido y elegir con más criterio. Elegir qué dices, cómo lo dices, a quién se lo dices y desde dónde. Y ahí, por fin, amiga, tienes todas las de ganar.
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