¿Estoy haciendo marketing o voluntariado?

Querida amiga, a veces es muy difícil saber si estás haciendo marketing o voluntariado.

¿Sabes que cada semana invierto entre cinco y ocho horas en algo que no me da ni un euro? A ver si adivinas de qué se trata… Exacto: de este podcast.

Crear cada uno de estos episodios me lleva un mínimo de cinco horas si todo va como la seda, pero puedo extenderme hasta ocho si el proceso se me atasca.

Solo redactar el guion puede llevarme entre una hora y media y dos. Por supuesto, si este trabajo me lo hiciera ChatGPT, el tiempo se reduciría considerablemente. Pero para mí no tendría ningún sentido convertirme en otra de las muchas newsletters vacías y clónicas que pululan por las bandejas de entrada.

¿O debería decir por las papeleras? Así que sí: consumo entre 1 hora y media y 2 horas de mi tiempo en redactar el guion.

Pero a eso hay que sumarle muchas tareas (y muchas horas) más. Por ejemplo, tengo que grabar el episodio, editarlo (limpiar el sonido, agregar la música, cortar las partes en las que me equivoco, hacer una revisión final), exportarlo, subirlo a Spotify y dejarlo programado.

Espera, espera, que aún hay más.

Como hay personas que tienen problemas de audición o que prefieren leer que escuchar, estos episodios también tienen su versión escrita en mi blog. Y eso hay que maquetarlo y programarlo para que se publique automáticamente los viernes. Esa parte la tengo delegada, es decir, pago a otra persona para que estos episodios puedan leerse.

Pero, ojo, aún no hemos terminado. Cada episodio es enviado por email, así que también tengo que redactar esos correos. Y he de hacerlos apetecibles sin destriparte el tema de la semana, para que no pierdes interés antes de darle al play, ¡sino todo lo contrario!

¿Seguimos sumando?

En la parte inferior de esos emails hay un reto semanal para que implementes de forma sencilla algo relacionado con el tema del que te he hablado (últimamente, por cierto, he visto varias newsletters que han “tomado prestada” esta idea).

Mi objetivo es que puedas hacer micro-cambios que te lleven a una mejora con poco esfuerzo. Pero obviamente idear estos retos de modo que resulten fáciles y juguetones, también me lleva mi tiempo.

Además, está el apartado de las tres recomendaciones semanales. Y no siempre estoy igual de inspirada para hacer esas recomendaciones. 

Aunque tengo una lista donde voy anotando cosas que me gustan, esa lista se agota y tengo que volver a buscar inspiración. Eso también lleva su tiempo. 

Se entiende ahora lo de las cinco u ocho horas, ¿verdad? 

Para que te hagas una idea, eso representa entre un 12,5% y un 20% de una jornada laboral de 40 horas. 

¡Un buen pellizco! 

Hay que pensárselo dos, tres o cuatro veces antes de dedicar un porcentaje tan grande de tu tiempo a algo que no te trae ni un euro, sobre todo cuando eres autónoma. 

De hecho, si hago cálculos, suponiendo que mi hora cuesta un mínimo de 40 euros, cada episodio me estaría costando unos 200 euros si le dedico cinco horas. A eso habría que sumar la parte que delego. Vamos a suponer que son unos 60 euros más. Por tanto, mi podcast me cuesta unos 260 euros cada semana, en el mejor de los casos. 

¡Imagina lo que implica eso cada mes! 

Ahora que tenemos los números claros, podemos volver a lo que te decía al principio: A veces es muy difícil saber si estás haciendo marketing o voluntariado. 

Porque hay muchas cosas que mantienen vivo un negocio, pero que no dejan dinero de forma directa. Y si las dejas de hacer, el negocio pierde algo valioso. 

El otro día, mi querida amiga Noe, de Lunes Design (a la que te recomiendo seguir si aún no la conoces), me contaba que había asistido a una charla donde la ponente hablaba del “contenido ONG”. 

Mientras la escuchaba, pensaba: “Yo no tengo sede ni subvenciones, pero estoy segura de que muchas personas etiquetarían estos episodios, e incluso gran parte de mis contenidos en redes, como ‘contenido ONG’”. Porque no me dan ni un euro directo. No mando estos episodios y automáticamente me llueven las ventas. 

Entonces… ¿hasta qué punto es una buena decisión dedicar tanto tiempo, tanta alma, tanta energía y tantos desvelos a algo que no tiene retorno inmediato? ¿No sería más práctico enviarte un email diario que me lleve solo diez minutos (o un minuto a ChatGPT), enfocado puramente a la venta y a contarte cómo la tengo de larga (la autoestima, amiga, la autoestima)? 

Antes de meterme de lleno con esa pregunta, déjame contarte otra cosa. 

Hace unos días tuve una mentoría de seguimiento con un grupo de alumnas de Up and Roll. Inevitablemente, ahí también surgió el tema del sentido que tiene dedicar tiempo a nuestro contenido cuando no ves un retorno directo de la inversión. 

¿Cómo podemos saber si ese tiempo es una inversión o un agujero negro de productividad? 

Yo les explicaba a estas alumnas que hay que tener en cuenta que, aunque no te llegue una venta inmediatamente cuando le das al botón de publicar, hay un intangible que sí vende. Quizás ese contenido no te traiga ventas directas, pero sí está generando una predisposición. 

Puede que eso sea difícil de medir en clics, pero se nota en la confianza que tiene tu público en ti y en cómo te responde cuando lanzas algo. 

Puede que la gente no reaccione a un contenido concreto (de hecho, seguramente ni siquiera lo recuerden), pero sí recuerdan que les hablaste con generosidad durante meses. 

Aún así, la decisión de invertir un tiempo abundante y precioso semana a semana en algo que no sabes si funciona es tremendamente incómoda. 

Creo que todas nos hacemos la misma pregunta: ¿cuánto de lo que hacemos por visibilidad es realmente rentable? ¿Dónde situamos la delgada línea que separa el sembrar confiando en lo invisible de la pérdida de tiempo y recursos que nos lleva directas a la quiebra?

Creo que para responder esta pregunta, antes tenemos que preguntarnos qué es lo que sí se puede medir.

Hay cosas que no aparecen en los informes de métricas, pero que dejan huella igual.

Son señales que, si las observas con atención, te cuentan si ese contenido aparentemente sin retorno en realidad está sosteniendo el negocio o simplemente te está agotando.

Para descubrirlo, en primer lugar, mira hacia atrás y busca patrones:

¿Cuántas clientas llegan diciendo que te leen, te ven o te escuchan “desde hace tiempo”? Eso es una señal.

¿Cuántas mencionan un post, un episodio o un email concreto como motivo de confianza?

¿Notas que, cuando lanzas algo nuevo, la respuesta es más cálida si llevas tiempo compartiendo contenido con alma?

No son métricas frías, son rastros. Cada vez que alguien te dice que te sigue desde hace años, eso también es retorno. Invisible, pero retorno al fin y al cabo.

Esos son los rastros del contenido que no vende de inmediato, pero prepara el terreno para que la venta suceda.

No son métricas de conversión, son indicadores de conexión.

Y esa conexión (aunque no se mida en euros) es una moneda muy valiosa.

Pero además de fijarnos en estos patrones, también deberíamos mirar las señales intermedias.

Si no hay venta directa, busca predisposición.

¿Sube la apertura de tus correos después de publicar?

¿Aumentan los mensajes privados, los guardados, las respuestas?

¿Notas que la gente se queda más rato leyéndote, escuchándote, acompañándote?

Eso tampoco se traduce en euros inmediatos, pero sí en un público caliente, con la mente abierta y la confianza encendida.

Y por último, fíjate en algo que casi nadie mide: tu propia energía.

Hay contenidos que te dejan exhausta y confundida, y otros que te devuelven la conexión con tu público y las ganas de crear.

Si después de publicar sientes ligereza, foco, conexión, ilusión… ¡eso también es buen rendimiento!

Si terminas el día vacía, preguntándote por el sentido de lo que acabas de hacer, has perdido más de lo que has ganado.

Así que… ¿dónde poner la línea?

Si el contenido gratuito te ayuda a vender con más calma, a atraer clientas más alineadas, a diferenciarte, a crear un hueco propio en el que encajas a la perfección y a mantenerte visible sin sentir que te prostituyes a un algoritmo, entonces es inversión.

Si te roba energía, posterga proyectos de pago o no se traduce en visibilidad ni confianza perceptible (aunque sea a medio plazo), entonces es voluntariado emocional.

Es importante que midas si te compensa. Y para ello, puedes empezar haciendo lo mismo que he hecho yo en este episodio:

  1. Calcula el coste-hora real de tu trabajo.

    Ojo, no simbólico: real. Por ejemplo, si quieres facturar 80.000 € al año, resta vacaciones, festivos y hora improductivas. Y con lo que te quede, calcula tu coste por hora. Si cada hora útil te cuesta 40 o 60 euros, multiplica eso por las horas semanales que dedicas al contenido.

    Así tendrás una medida real de lo que te cuesta crear ese contenido.

  2. Mira el retorno a medio plazo.

    ¿Te llegan más clientas?

    ¿Mejora tu conversión cuando eres constante?

    ¿Puedes reciclar lo que produces en otros formatos?

    Si la respuesta es “sí”, tu contenido no es una ONG: es mucho más valioso de lo que crees.

    Puede que no venda hoy, de forma inmediata, pero mantiene viva la marca.

  3. Decide el límite con una regla sencilla.

    Si una actividad no genera ingresos directos ni alimenta las que sí lo hacen, y además impide que las hagas, está pasada de cocción.

    Por ejemplo, en mi caso, 5 horas pueden ser razonables. Pero 8 rayan ya el sacrificio artístico.

  4. Evalúa la energía, no solo el tiempo.

    Por ejemplo, si grabar te deja llena, te inspira, te ayuda a trabajar mejor tu mensaje y te conecta, vale más de lo que cuesta.

    Pero si te seca, y luego no puedes ni pensar en un lanzamiento, es una inversión emocional demasiado grande.

A fin de cuentas, el contenido no debería ser del todo una ONG… pero tampoco una fábrica.

A veces pienso que todo esto, el crear sin garantías, es un acto profundamente romántico.

Una especie de fe silenciosa en que lo que damos regresa, aunque no sepamos cuándo ni cómo. Básicamente, igual que sucede en nuestras vidas, con las personas a las que amamos y entregamos algo valioso de nosotras mismas.

Y quizá esa sea la parte más bonita y también la más desesperante de lo que hacemos.

Porque vivir de crear exige convivir con la incertidumbre… pero también creer que nuestra voz, de algún modo, construye confianza antes de construir ventas.

Al final, dar sin saber si volverá es lo que mantiene viva la humanidad en los negocios.

Y también lo que nos recuerda por qué empezamos.

Recuerda que también tienes la opción de escuchar estos episodios en mi podcast en vez de leerlos. ¡De hecho, te lo recomiendo porque la experiencia es mucho más potente!

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Si es la primera vez que vienes por aquí, me presento: soy Susana, una publicista con una cámara pegada en la mano. Éste es el lugar desde el que comparto todo lo que sé sobre comunicación, marketing y publicidad (y sobre donuts, mi madre, lo divino, lo humano…). Quédate un rato conmigo; ¡las risas están aseguradas!

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