Vender sin sentirte incómoda

Querida amiga, ¿cómo de incómoda te sientes cuando tienes que vender?

¿Te sientes tú misma o como si te hubieras puesto el disfraz de marketer? ¿Notas resistencias dentro de ti?

Hace un tiempo me pasó algo que me dejó pensando. Una persona que conozco me dijo que a ella no le gustaban los lanzamientos.

Me quedé un poco parada porque pensé: “bueno, tienes un negocio, así que tienes que vender. Es decir, la venta debería ser un momento deseado y celebrado por ti. Si tienes un negocio, crear campañas y lanzar es parte del trato, ¿no?”

Pero ella hablaba con mucho rechazo sobre los lanzamientos. Estaba claro que ahí había algo.

Seguí profundizando en la conversación hasta que llegamos a un punto muy interesante. No es que no le gustaran los lanzamientos. Es que le daba miedo convertirse en alguien que no era para poder vender. Tenía asociados los lanzamientos con un tipo de venta fea, deshonesta, insistente, fría…

¡Y nada que ver!

Le expliqué que para mí los lanzamientos son momentos super felices en mi negocio porque gracias a ellos al fin puedo empezar a recoger todo lo que he sembrado.

Los lanzamientos son esos momentos en los que todo mi esfuerzo cobra sentido, no solo porque entra un pico de facturación en el negocio, sino porque con ellos consigo que eso que he creado con tanto esfuerzo, tanto amor, tanto cariño, tanta dedicación, tanto preocuparme por las necesidades de mi público… por fin llegue a las personas correctas.

Gracias a mis lanzamientos puedo hacer llegar mi mensaje más lejos y puedo empezar a ayudar a esas personas para las que he diseñado o he creado ese producto o servicio.

Por eso para mí los lanzamientos son momentos felices. Y por eso mismo me chocaba ver una visión tan diferente.

Ella había interiorizado que para vender había que ser pesada o soberbia o fría… Y, claro, ¡a quien le va a gustar convertirse en eso!

¡A nadie!

No le tenemos miedo a vender. Le tenemos miedo a dejar de ser nosotras. A dejar que el ruido nos coma la esencia. A que, por querer que nos compren, se nos olvide quiénes somos.

Y mira, lo entiendo.

Durante años hemos visto muchos ejemplos así. Nos han enseñado que vender es empujar, convencer, forzar un poco las cosas…

Es esa imagen mental que te genera rechazo la que te hace sentir mal cuando te lanzas a vender. Parece que casi tienes que pedir perdón por existir mientras lanzas un descuento.

¡Es que no me extraña que queramos salir corriendo antes de vender!

Por eso, para que no tengas ese impulso de salir corriendo, para que puedas lanzar desde otro lugar emocional completamente distinto, quiero compartirte tres ideas que a mí me ayudaron a reconciliarme con las ventas.

La primera fue entender que no hay que convencer a nadie. Si alguien está en tu comunidad, si te sigue, si lee tus emails, ya te ha dado permiso para hablarle.

No le estás invadiendo, estás cumpliendo tu parte del trato.

No tienes que conquistar a nadie, solo seguir conversando con esa persona que ya te ha abierto la puerta.

La segunda idea cambió por completo la forma en que pienso mis campañas: no todo tiene que ser lógico.

A veces lo que más vende es lo que más emociona. Una historia sorprendente, una idea original… Cuando tu campaña tiene valor por sí misma (porque inspira, emociona o provoca un clic mental), no necesitas empujar tanto. La gente se acerca sola.

Y la tercera idea me dio mucha paz: las campañas no solo sirven para vender hoy, sino para que te recuerden cuando sí estén listas para comprar.

Un lanzamiento cálido, creativo, diferente y honesto puede no cerrar una venta hoy, pero planta un recuerdo. Y, ojo, que los recuerdos venden en diferido.

Como ves, un lanzamiento no tiene nada que ver con el prejuicio que tenemos en la cabeza.

Vender es compartir algo que te importa.

Cuando lo haces desde la verdad, vender es cuidar.

Y lo pienso muchas veces:

Cuando no hablo de lo que hago, cuando me da pudor mostrarlo, en el fondo le estoy quitando a otra persona la oportunidad de saber que existe esa opción, de descubrir algo que quizás encaja mucho mejor con sus necesidades que lo que ha conocido hasta ahora y de elegirlo.

Un lanzamiento posibilita que por fin ocurra ese encuentro.

Hay muchos tipos de lanzamientos. En vez de rechazar hacerlos (cuando es algo beneficioso para nuestro negocio y para aquellos por quienes hacemos lo que hacemos)… ¿por qué no buscar otra manera de hacerlos?

Más cálida, más creativa, más humana, más tuya…

Un lanzamiento en el que cada pieza es una fiesta y un acto de amor. Porque no está ahí para convencer sino para poner en valor y celebrar lo que has creado.

Eso también es vender. Solo que lo hacemos a corazón abierto y no solo con la calculadora en la mano.

Cuando yo empecé a verlo de esta manera, vender dejó de darme miedo. Porque entendí que no tenía que dejar de ser yo para que funcionara. Que, de hecho, cuanto más soy yo, mejor funciona todo.

Cuando empecé a ver cada lanzamiento como una oportunidad para desmarcarme del resto y crear una campaña original que sorprendiera a mi público todo cambió a mejor.

Es increíblemente bonito cuando lo haces así, cuando ves que la gente te compra con una sonrisa y que incluso aquellos que no te compran siguen de cerca tu campaña porque les agrada verte.

Puede que ahora no estés en ese punto. Si te cuesta vender, si sientes rechazo, no te castigues. Solo estás cansada de los disfraces, de lo de siempre, de no sentirte tú en fórmulas que no suenan a ti.

Un lanzamiento no debería ser un disfraz, sino un espejo. Un reflejo en el que la gente pueda ver quién eres, no quién crees que deberías ser para gustar.

Y ese, querida amiga, es el verdadero cambio. Cuando entiendes que vender es otra forma de amar lo que creas.

Recuerda que también tienes la opción de escuchar estos episodios en mi podcast en vez de leerlos. ¡De hecho, te lo recomiendo porque la experiencia es mucho más potente!

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