Tarde o temprano termina sucediendo. En toda relación hay un punto de inflexión marcado, sin lugar a dudas, por la aparición de la braga de cuello vuelto. Como un león cuando va de caza, espera agazapada, al fondo de la mesilla de noche, el momento de mayor relajación de sus víctimas y, con un golpe mortal, antes de que puedan darse cuenta, ya está instalada en sus vidas. Después de esto nada vuelve a ser igual: los calzoncillos blancos y los sujetadores color visón campan a sus anchas por doquier. Y si aún queda algo de magia, desaparecerá muy pronto: justo el día en que olvides echar el pestillo del baño.
Llegados a este punto, es muy fácil fijarse en el buenorro del vecino, entregarse a la lectura de 50 sombras de Grey, o pasarse a la vida contemplativa. Pero no hay que olvidar que es más fácil avivar pasiones dormidas que ligarse a un nuevo maromo. Este fenómeno, conocido científicamente como “más vale pájaro en mano”, funciona exactamente igual en los negocios. Está demostrado que es mucho más probable que un antiguo cliente vuelva a contratar tus servicios o comprar tus productos que atraer el interés de otra persona y conseguir que te compre o contrate. Por eso hoy, dejando el consultorio rosa a un lado, quiero hablarte de cómo resucitar tanto a antiguos clientes como a aquellos que en algún momento se han interesado por lo que hacemos pero no han terminado de decidirse.
Ser proactivo, tener una buena base de datos de clientes y personalizar tus propuestas son las únicas 3 claves que tendrás que seguir, así que ¡prepárate para poner ojillos y sacar a pasear el liguero mental!
1. Ser proactivo.
Es muy frecuente que caigamos en el error de pensar que cuando un cliente ha quedado satisfecho con nuestro producto o servicio volverá a contactar en un futuro con nosotros, sin necesidad de que hagamos nada. Puede que para entonces haya perdido tu contacto, haya recibido otra propuesta, o que incluso no se le pase por la cabeza que ese otro servicio o producto tuyo le vendría genial. Esto es como pensar que el novio que tuviste en la guardería no se ha cruzado con nadie más en toda su vida y que, algún día, cuando deje de jugar con plastilina, volverá corriendo a ti.
Del mismo modo, tendemos a pensar que si una persona ha contactado con nosotros en un momento determinado y finalmente no se ha decidido, es un caso perdido y nada podemos hacer para generar una nueva oportunidad.
Somos nosotros los que debemos preparar el contexto en el que nacen las oportunidades. En eso consiste ser proactivo.
2. Preparar una buena base de datos.
Ser un pequeño negocio tiene muchas ventajas. Aunque parezca ciencia ficción, debajo de las ojeras de oso panda y los picos de estrés, hay todo un mundo de posibilidades. Precisamente por ser pequeños, tenemos un trato más personal y cercano con nuestros clientes, lo que se traduce en saber más sobre ellos. ¡Y la información es poder! Te pondré varios ejemplos:
Imagina que eres un fotógrafo y estás haciendo una sesión de comunión. Probablemente, a la sesión acuda toda la familia (es decir, padres y hermanos). Durante el reportaje, sin darte cuenta y sin proponértelo, obtendrás datos tan relevantes como la edad de los hermanos, los gustos de los padres, si alguna vez se han hecho un reportaje de familia profesional, etc. Cuando termines la sesión, debes anotar en tu base de datos toda esta información, ya que te va a resultar de gran utilidad para hacer lo que te cuento en el siguiente punto.
Pongámonos ahora en la piel de un osteópata. Realmente le resultará muy sencillo, en el transcurso de una terapia, conocer no sólo las dolencias de sus pacientes, sino las causas que las desencadenan, sus estilos de vida, sus puntos débiles…
¿Y qué me dices de un publicista? Cuando una persona contacta conmigo, suele hablarme un poco de su proyecto, por lo que, se convierta en cliente o no, me es relativamente fácil saber en qué punto se encuentra y qué puede necesitar a continuación.
3. Personalizar tus propuestas.
Con la información que tenemos, podemos personalizar y enviar las propuestas adecuadas a cada cliente en el momento más indicado. Por ejemplo, a los padres de esa hermanita pequeña a la que ahora le toca hacer la comunión; o a ese paciente estresado con el diafragma contraído al que le vendría genial un taller de respiración consciente; o incluso a aquel cliente que acaba de estrenar su blog y que sería el público objetivo perfecto para tu e-book sobre redacción de posts…
Lo importante es que al abrir tu base de datos sientas que tienes más oportunidades que yendo sin acompañante a una boda, y que sepas aprovecharlas.
Justo así es como se resucitan las relaciones con tus clientes. Como en la vida misma, tienes que desterrar la rutina y ponerle un poco de cariño al asunto. Tan pronto como dejes de comprar la ropa interior al peso, los resultados vendrán solos. Antes de que te des cuenta, volverás a tener unicornios vomitando arcoiris por toda la casa.
¡Hasta la semana que viene!
9 comentarios
Un final apoteósico, jajajajaja, me parto con tu definición del amor, es buenísimo!
Jajajaja, ¡soy una romántica, Lourdes!
Qué grande eres, Susana! Nunca se me había ocurrido lo de anotar datos sobre los clientes después de las sesiones para enviarles de forma personalizada las promociones que más se adapten a cada caso. Hasta ahora me limitaba a ponerlo todo en Facebook y como mucho he enviado alguna vez un email pero a todos en general. Un millón de gracias porque siempre nos das a los fotógrafos ideas súper útiles. Eres un solete!!
¡Gracias a ti, Natalia! Un placer haberte dado alguna idea…
Me parto con la braga de cuello vuelto, y lo peor es que no te falta razón, jamía 😉 Habrá que sacar la lencería fina (que esa sí que la tengo al fondo del cajón ahora mismo) y resucitar todo lo que se pueda. Me ha encantado el post de hoy. Gracias por enseñarme siempre tantas cosas!
¡A resucitar se ha dicho! Jajajaja
Ole ole y ole
Jajajajaj
me viene justo este post… estoy a punto de dejarlo todo!!! Espero encontrar la manera de llenar mi casa de unicornios y Eres una geniaaaaa!!!
Nada de rendirse, Carolina. Seguro que hay algo que puedes hacer, ya verás. ¡Un beso!