Cuando iniciamos un nuevo proyecto todos nos enfrentamos con ilusión al nombre que le vamos a dar e incluso al diseño del logotipo. Pero también lo hacemos con prisa. Queremos estar operativos cuanto antes y eso hace que nos saltemos muchos pasos y tomemos decisiones a la ligera sobre nuestra identidad corporativa que más tarde arrastraremos como un lastre.
Por ejemplo, una de esos pasos que nos saltamos es el de probar cómo queda nuestro nuevo logo sobre diversos soportes antes de elegirlo como definitivo. Puede que nuestro logo, por sí solo, funcione genial, pero después sea increíblemente difícil de adaptar a tarjetas, folletos, etc.
Otro error muy frecuente relacionado con lo anterior es ir diseñando todos nuestros elementos corporativos a medida que nos van haciendo falta, es decir, a salto de mata y sin un criterio unificador. Por ejemplo, una vez que tenemos nuestro logo, nos damos cuenta de que necesitamos unas tarjetas. Vamos a la imprenta de Pepito, que allí las hacen muy baratas, nos llevamos nuestro logo y nuestros datos y el mismo Pepito nos hace un diseño low-cost en tiempo récord. ¡Genial Ya tenemos tarjetas! Nuestro proyecto sigue avanzando y pronto necesitamos un blog o una web. No pasa nada: nos descargamos una plantilla y la hacemos nosotros mismos por cero euros. Vale, la web no ha quedado demasiado bonita y no tiene mucho que ver con las tarjetas que nos hicieron, pero ¡estamos tan orgullosos de haberla hecho nosotros mismos que ese detalle lo pasamos por alto! Si todo va bien, en cierto tiempo comienzan a llegarnos los primeros pedidos. Necesitamos bolsas o algún tipo de envase donde guardar nuestro producto. Nos hablan de una imprenta muy económica y de nuevo nos plantamos allí con nuestro logo. ¡Magia! Ya tenemos bolsas, o carátulas de CDs, o lo que sea que necesitemos. Lo único que tiene en común con el resto de elementos es el logo (nada de colores, ni tipografías, ni motivos corporativos y coordinados). De este modo, vamos sumando elementos dispersos a la lista hasta que terminamos con una colección completamente dispar. Ninguno de esos elementos suman, todos restan a nuestra imagen corporativa que, a esas alturas, ni se sabe cuál es.
Lo correcto sería hacer algo como lo que presento en la siguiente imagen desde el principio, definir los colores corporativos primarios y secundarios, las tipografías de cabecera y, en general una línea de diseño común para todos los elementos.
Por eso, hoy he decidido obsequiar a los suscriptores de mi newsletter con uno de los regalos más útiles que he hecho hasta ahora: una plantilla en psd completamente personalizable para el diseño en conjunto de tarjetas, CDs, carpetas, sobres, hojas de cartas… ¡Muy atentos a vuestros buzones porque hoy os he enviado esto!
¿Os gusta? Podéis cambiar los colores, las tipografías, los motivos… Todo es absolutamente adaptable a vuestra propia identidad corporativa. Os será muy útil verlo todo en conjunto para seguir la misma línea de diseño en todos los elementos. Si tú también lo crees así, me encantaría que me lo comentaras aquí debajo y que compartieras este post con todos aquellos conocidos y amigos a los que creas que les puede venir bien.
¡Hasta la semana que viene!
0 comentarios
me acabo de subscribirme al newsletter.. me llega aun el de hoy con la plantilla en psd? Please..
Muchisimas gracias Susana por compartir este plantilla, es muy completa y muy bueno para mi tambien para aprender de PS porque soy principiante y asi puedo ver como has hecho todas las capas!
Genial! Espero que te sirva! Y cualquier duda que tengas, me la puedes comentar por aqu y entre todos te la resolvemos y aprendemos cosas nuevas.
Tu imagen es para envidiar 😉
Gracias por los regalitos
Muaaaa
Gracias a ti por tooodo!