¡Dulces y buenos días!
Siempre es bueno tener un plan B. Hace unos días tenía una sesión con un niño que cumplía 1 año, pero las inclemencias del tiempo (sí, ¡en agosto!) no nos permitió hacerla. Para celebrar su primer cumpleaños, había pensado fotografiarle con un cupcake y una vela y, por si el niño venía en modo destroyer, compré dos (bueno, uno lo compré y el otro me lo regalaron en la tienda). Así que, de repente, me encontré encerrada en casa, como en el peor día del invierno, con dos cupcakes maravillosos que no podía comerme (ya sabéis lo de mis alergias). Tenía que aprovecharlos de algún modo y, de paso, quitarme el gusanillo de hacer fotos.
Y ya que estábamos en modo creativo, ¿por qué no ponerle confetti a la tarde de tormenta? Ya caía agua del cielo, pero le faltaba un toque de color. Eso es lo bueno de no poder comerte las cosas, que les echas lo que haga falta por encima para conseguir una foto, por muy tóxico que sea, sin ningún apuro.
Al final, con las fiestas pasa lo que pasa, llegan amigos (sí, la gatita cuenta como amiga) y una termina poniéndose el vestido mono de las bodas.
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¡Hasta la semana que viene!
Un comentario
Que preciosidad de fotos Susana! S, mola tener plan B, lo has aprovechado muy bien 😉