Termina el año y a todos nos entra la fiebre reflexiva. Mientras nos exprimimos los sesos para ver qué le regalamos a quién y dónde podemos comprarlo para que nuestros bolsillos no tiemblen, y mientras nos lanzamos a comer como si no hubiera un mañana, parece que aún nos queda cabeza y estómago para repasar mentalmente nuestro año y hacer balance. ¿Qué he hecho con mi vida en 2014? ¿He plantado un árbol? ¿He tenido un hijo? ¿He escrito un libro? No, no y no. Uff, la cosa parece que se pone fea…
En esas ando yo en los últimos días. Como mis problemillas de salud no me permiten darme grandes festines, parece que aún tengo más estómago y cabeza para hacer recuentos y balances.
En 2014, he escrito 76 posts (y aún me queda alguno). He fotografiado a 70 familias. He expuesto en 2 ciudades (Madrid y en Barcelona). He sumado 1.285 amigos en Facebook. En los últimos 6 meses, especialmente intensos en el área de comunicación, he hecho 9 webs, 15 logos, 2 planes de comunicación, los textos íntegros de 5 sites y parte de uno más, he dado vida a 4 newsletters y he asesorado a 32 emprendedores, de los cuales todos están saliendo adelante (se me pone la piel de gallina).
Los números son muy buenos, sobre todo teniendo en cuenta que comenzaba el año en la más absoluta incertidumbre, dejando un trabajo de 10 años y lanzándome al vacío sin red, como una auténtica desconocida.
Peeeero… hay otros números que no me gustan y que serán sobre los que más tenga que trabajar en 2015: las horas de más que me he pasado delante del ordenador, las ocasiones especiales a las que no he podido asistir, los días de vacaciones que no he disfrutado, los momentos que me he perdido, las fotos personales que no he podido hacer, los días de descanso que me he robado a mí misma y a mis seres queridos, los proyectos que se han quedado en el aire… Y ahí lo dejo porque si sigo con las métricas y me da por medirme el culo y comparar la cifra con la del año pasado, me da un ictus y cierro el chiringuito.
Por eso, el año que viene quiero tener 2 cosas en mente todo el tiempo y si no me porto bien, como castigo, me las tatuaré en el brazo derecho, junto con el nombre de mi madre y la foto de mi mascota:
1. Ser como mínimo tan buena conmigo misma como con mis clientes. Esto significa no comprometerme con plazos de entrega que perjudiquen mi vida personal, tener un horario, saber decir que no, revisar precios….
2. Compensar a los que me rodean por este año de locura y de ausencias. Sí, sí, sí, preparaos porque me he propuesto ser el alma de las fiestas.
¿Cómo me siento después de haber puesto todo esto en una balanza? Mi yo perfeccionista estaría haciéndose el harakiri ahora mismo, pero lo mejor de este año es que he aprendido que no soy una súper heroína y que todo sobresfuerzo implica una renuncia. Será cuestión ahora de trabajar en construirme un escenario que no me obligue a renunciar a cosas importantes. Por suerte, 2014 me ha hecho un poquito más sabia…
¿Y a ti? ¿Cómo ha sido tu año? Ahora que mi yo perfeccionista se ha deshecho de dagas y puñales, mi yo cotilla está deseando que le cuentes cosas…
2 comentarios
Qué bonito Susana, ya sabía algo de tu historia, pero ha sido precioso leer esto junto a tus fotos. Qué negras se tienen que poner a veces las cosas para que comencemos a despertar. Un beso guapa, la nueva web es una maravilla.
¡Verdad! ¿Por qué no seremos más avispados en lo relacionado con nosotros mismos? Gracias por pasarte, leer y comentar. ¡Un beso!