Enfermar para sanar

Hace unos años, me acercaba a los 30 con el plan perfecto debajo del brazo: carrera universitaria, prácticas, empleo estable, ascensos, pareja, piso, hipoteca… Ya sólo quedaba hablar en serio de boda y pensar en niños. Todo había ido transcurriendo según lo marcado, pasito a pasito, sin errar en nada.

Y era feliz… ¿Era feliz? Eso creía por aquel entonces. Pero lo cierto es que me hacía la despistada. Y mucho. Hacía tiempo que en mi horizonte perfecto empezaban a asomar unos nubarrones a los que había decidido ignorar a fuerza de miopía mental. Porque ¿qué podía estar mal en esa vida tan bien planificada? ¿Qué importaba que no me gustaran del todo los valores del lugar en el que trabajaba? Tenía que sentirme afortunada por trabajar en aquello para lo que había estudiado y tener un buen sueldo. ¿Y el desamor? No, eso no existía, a mí no me iba a pasar.

mañana

 

Y así transcurrían mis días, feliz con el opiáceo de mi ceguera auto-inducida. Recuerdo que un viernes, después de un duro día de trabajo, me disponía a dormir una pequeña siesta en el sofá de casa de mis padres (¡bendito sofá!) cuando empecé a notar una pequeña sensación de ahogo. Fui al baño, me enjuagué la cara y, al mirarme al espejo, me espanté al verme llena de ronchas. Quise llamar a mi madre, pero la sensación de ahogo iba en aumento y apenas me entraba un hilo de aire por la garganta. Se sucedieron momentos de nervios y angustia hasta llegar al hospital. Se me habían puesto las manos negras. Entré sin poder respirar y con comienzos de congestión cardiovascular. Adrenalina, oxígeno, urbason, caras de preocupación que iban y venían muy deprisa por la habitación, mientras me metían tubos por las orejas y por la nariz intentando llegar a mi garganta. Unas horas después, la crisis había pasado. Yo estaba dispuesta a no darle mayor importancia, a volver a hacerme la despistada y aparentar que no veía venir lo que estaba en camino. Pero no pude. Después de este susto, llegaron otros y tras ellos multitud de pruebas. Y al final del proceso, un diagnóstico tan confuso como mi futuro.

ahogarse

No sé muy bien cómo, pero había desarrollado una enfermedad autoinmune que hacía que me volviera alérgica a casi todo lo que comía. Lácteos, legumbres, frutos secos, cereales, soja, pescado blanco, frutas y verduras fueron expulsados de mi dieta. Con 30 años pesaba 40 kilos. Me sentía débil y fea. La autoestima y el novio se me fueron volando por la ventana. Y mi vida social también se resintió muchísimo.

lluvia

Pero ésta no es una historia triste, sino todo lo contrario. Seguid leyendo y lo entenderéis.

Nos habíamos quedado en que estaba fea, sola, amargada, con un trabajo que realmente no me gustaba y una salud pésima. Pero se acercaba la Navidad, y, por suerte, los Reyes Magos también traen regalos a las solteronas feúchas. Aquel año me hicieron el regalo más maravilloso de mi vida: una réflex digital. Aunque en la universidad me había aficionado muchísimo a la fotografía, hacía años que no cogía una cámara, tantos que mientras se había dado el salto de lo analógico a lo digital.

Al principio, no tenía muchas ganas de salir para estrenar mi cámara, y como vivía sola, tampoco tenía a nadie a mano a quien hacer fotos, así que empecé a fotografiarme a mí misma cada día. No conservo ninguna de esas primeras fotos porque me espantaba tanto mi imagen que las borraba inmediatamente. Pero poco a poco, a medida que mejoraba mi técnica, también lo hacía mi capacidad para observarme a mí misma con benevolencia, a reconocerme en ese nuevo cuerpo y en las cenizas de las batallas perdidas. Quizás en parte este es el motivo de que empezara a ganar peso. Y cuando quise darme cuenta, me sentía mucho más fuerte y animada, capaz de volver a darle cuerda a mi reloj y empezar a hablar, aunque fuera en voz baja.

pared

te

diptico

Los cursos de fotografía y los photowalks se sucedieron a partir de entonces, dejándome un reguero de amigos y personas especiales que han llegado a mí para quedarse, sombras virtuales que han ido tomando cuerpo con el tiempo y que hoy son presencias certeras en mi vida.

Pronto me atreví con la fotografía urbana, con los paisajes y con los retratos a otras personas. Esos retratos gustaban, ¡gustaban mucho!, así que empecé a hacer sesiones remuneradas, compatibilizándolas con mi trabajo en la agencia de publicidad. Descubrir que podía ganarme la vida haciendo algo que me gustaba fue decisivo para tomar la decisión de dejar la agencia. Hoy sonrío al darme cuenta de que lo que parecía un adiós al mundo de la comunicación y la publicidad se transformó en algo incluso mejor: un hola a mi manera, una motivación para seguir haciendo lo mismo pero a mi modo, para descubrir que se pueden hacer negocios con corazón y que mis conocimientos de marketing, publicidad y comunicación podían ayudar a muchas personas que tenían sueños por cumplir.

bailarina_saltando

yo2-1sin firma

bailarina_sentada

llaveyo-1-2tiron_baja_firmaropa

boda19

Cuando echo la vista atrás, es extrañamente hermoso darme cuenta de que aquella enfermedad vino para curarme. Probablemente, de no haber enfermado, jamás me habría encontrado en la tesitura de darle la vuelta a mi vida y empezar de cero siendo una persona más fuerte, más real y más feliz. Ya no necesito hacer tratos con el espejo o borrar fotos para que se pierdan en el agujero negro de mi memoria. Y aunque no tenga planes perfectos, ahora soy yo quien los decide.

19 comentarios

  1. Susana, me has conmovido, saba un poco de tu historia, porque eres tan generosa que nunca te ha importado compartirla con los que te hemos preguntado, probablemente es parte de tu proceso, asumirlo interna y pblicamente… Este post me parece una forma tan sincera de compartir tu historia ntima que personalmente te lo agradezco. Tengo que decirte que siempre me sorprende tu capacidad para contar algo de una forma tan literaria, pero a la vez tan directa que llegue al corazn. muchos besos!

  2. Susana, Gracias por este post tan sincero y tan personal, Da gusto leerte, decirte que como ya sabes me fascinan tus fotos, me llegan muchsimo y me son una fuente de inspiracion. Un abrazo muy fuerte desde este lado de la pantalla 🙂

  3. Que pasada de relato!!! No lo conoca tan a fondo y me has dejado sin palabras!!
    Eres una super woman y una fotgrafa espectacular que lo sepas!!!!
    Besotes guapa y que bueno que nos encontramos en el camino 🙂

  4. Tu historia es tan maravillosa como t, como escribes, la sensibilidad de tus imgenes… Gracias por compartirla, estoy contigo en que a veces enfermar es el camino a la salud. Un abrazo bien grande.

  5. Me ha venido tu post en un momento complicado en el que me siento totalmente identificada. Ese trasto negro y feo al que al principio no le di la mayor importancia ms all de poder utilizarla para, tal vez, algn viaje, se ha convertido en el instrumento de transformacin personal que necesitaba y que llevaba 40 aos esperando, as que…chapeau por ti y por lo bien que escribes, que llega al alma sin darte apenas cuenta.
    Un besazo enorme!!!

  6. Me ha encantado tu historia y me ha emocionado mucho, Susana. Soy lectora silenciosa de tu blog, y hoy por fin rompo mi silencio. ya te segua en flickr y me encant tu trabajo fotogrfico al primer vistazo. Me identifico mucho con lo que cuentas. Tuve un acccidente laboral y a consecuencia de l una serie de circunstancias que casi dan al traste con mi vida profesional y mi salud. Pero por suerte todo dio un giro positivo y ahora veo claro que de no ser por aquel accidente mi vida no sera como es ahora. Gracias por compartir tu historia y por ser tan generosa Susana!!

  7. Susana gracias por abrir tu corazn y tu vida a este balcn donde poder admirar cada da (post ) las imgenes y las palabras que me llegan no solamente al corazn sino tambin a la mente y a la imaginacin

  8. Enhorabuena compaera, aunque conoca la historia, leerla ha sido emocionante y un ejemplo de superacin. Felicidades por conseguir ser tan feliz!!!

  9. Me ha encantado conocerte un poquito más! Escribes requetebien y sobretodo lo que más me gusta en el mundo son los finales felices! Gracias

    1. ¡Muchas gracias, Bea! A mí también me gustan los finales felices, y si no son felices, es que todavía no ha acabado 😉

  10. Susana, te felicito por ese cambio. A menudo necesitamos una sacudida del cuerpo para entender que algo no va bien.

    Fíjate que mi caso, sin ser tan grave como el tuyo, fue muy parecido. Tuve la varicela con 33 años y una rectificación severa de cervicales, ambas cosas en un período de 6 meses. Unos dolores de estómago increíbles, unas jaquecas demoledoras y un mal humor que rallaba en la paranoia.

    Por suerte, la empresa en la que trabajaba cerró y yo continué unos cuantos años más por senderos laborales que tampoco me gustaban, pero de los que salí hace 2 años. ¡Y la libertad volvió a mí!

    Ahora gano menos, es cierto, pero estoy haciendo lo que me gusta y sé que poco a poco irá a más. Tengo mucha ilusión, cosa que se me había secado, trabajo mucho y me siento feliz con lo que hago.

    Gracias por contar tu experiencia. Creo que ayuda a quienes no han salido aún de los agujeros a los que la inercia nos arrastra.

    Besitos mi niña.

    1. ¡Un beso, Laura! Cada vez estoy más convencida de que no es sano trabajar en algo que no te gusta. Intentar poner el corazón en el lugar equivocado al final tiene sus consecuencias. Por suerte, ¡ambas supimos verlo!

  11. Hola Susana, me ha llamado mucha la atención tu entrada porque a mi me paso algo muy parecido: con 33 años, me quede de repente sin nada de lo que tenía: pareja, trabajo, casa,… Fue muy duro y pensaba que ya nunca volveria a ser feliz. Pero lo que no sabia es que realmente nunca había sido feliz hasta entonces.
    Cuando pasó, entre en una depresión tremenda, pensando que iba a acabar mi vida sola y desgraciada… La foto era lo único que me animaba, y me hacía salir de casa. Gacias a ella empeze una nueva vida social, conocí a amigas increibles en la escuela de fotografía, conocí a mi novio, que es músico, porque le hice foto en un bar donde actuaba, y hoy en día, trabajo a mi cuenta de lo que más me gusta: la fotografía!
    Sólo puedo confirmar tu historia y decir que es verdad que hay finales felices!

    1. ¡Hola, Anne-Laure! ¡Menuda coincidencia! Cómo me alegra saber que tu historia también ha tenido un final feliz y además vinculado a la fotografía. Es una afición que aporta tanto que en mi caso ya no puedo imaginarme mi vida sin hacer fotos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

susana_torralbo_baja-106

¡Hola, caracola!

Si es la primera vez que vienes por aquí, me presento: soy Susana, una publicista con una cámara pegada en la mano. Éste es el lugar desde el que comparto todo lo que sé sobre comunicación, marketing y publicidad (y sobre donuts, mi madre, lo divino, lo humano…). Quédate un rato conmigo; ¡las risas están aseguradas!

Suscríbete

Y consigue mi guía gratuita para aumentar tu audiencia en Instagram y convertir seguidores en clientes.

Categorías

Vente a mi escuela comunicación y marketing online y aprende sobre Instagram, storytelling, lanzamientos… con los cursos más completos y cuidados que hayas visto jamás.

¿Conoces mi curso Up & Roll?

Es el único curso en castellano que aborda el proceso completo en Instagram de principio a fin. Branding, fotografía, redacción de textos, estrategias de crecimiento…