Aquel titular salió lanzado como un misil hacia mi cabeza. Guerra de culos. Tres palabras. Directo. Conciso. Apabullante. En la foto de portada podía apreciarse un auténtico muestrario de traseros de actualidad. No faltaba ni un perejil: la Kardashian, Jennifer López, Beyoncé, Nicki Minaj… Estaba lo más granado y mullido del mundo culero. Semejante gama de esponjosidad y acolchamiento no se ha visto jamás en ningún catálogo de almohadas. Esos culos van a sobrevivir a cualquier holocausto atómico del mundo.
¿Pero cuál era el quid de la cuestión en aquel artículo sesudo y de tal magnitud científica? Lo que el texto quería poner en valor era la casuística, la increíble alineación de los planetas que había conseguido unir en el continuo espacio-tiempo tanto culo prodigioso que combinaba a la perfección fama y extraordinarias dimensiones. Es decir, que en aquel momento, el punto fuerte de muchas mujeres de un sector concreto estaba en el mismo sitio, justo al final de su espalda. ¡Qué faenón!
(Y aquí he de hacer un inciso para aclarar que no soy la hija de una hiena que quiere cargarse al género femenino a golpe de tecla. Esto es sólo un ejemplo. Tranquilidad y calma. Que nadie me apuñale con la lanza del feminismo, que ya sé que estas señoras de portentosos traseros cuentan con talentos mayores y un amplio abanico de dones).
Lo que intento explicarte es que en un momento dado puede pasarte lo mismo que a J Lo. ¿Triunfar en Hollywood? ¿Estar nominada en los Grammy? ¿Parir gemelos y que, como mucho, parezca que te has comido unas judías con chorizo? ¿Ligarte a todo ser viviente que se cruce en tu camino? No, no, no (o bueno, sí, no seré yo quien corte las alas a la diva que habita en ti). Lo que quiero decir es que puede llegar el día en el que tu competencia y tú tengáis el mismo punto fuerte. Siempre decimos que la competencia es buena, que hay sitio para todos, que cada uno tiene sus cualidades, pero… ¿Qué pasa cuando esos puntos fuertes son los mismos? ¿Cómo destacas o te diferencias entonces?
No hablo de plagio ni de sorprendentes casualidades. Hablo de una situación que es de lo más común. Por ejemplo, esto sucede mucho en el sector de la fotografía. Como ya sabes, muchos de mis clientes son fotógrafos. Cuando les pregunto qué creen que les diferencia de la competencia, la mayoría me dicen lo mismo: el trato con el cliente, lo divertidas que son sus sesiones, el cuidado que ponen en los detalles, que sus fotos son dulces, naturales y transmiten sentimientos… Y no es que no sea cierto, pero ¿dónde está la diferencia? ¿Significa esto entonces que son todos iguales? Por supuesto que no, incluso en aquellos casos en que tienen un estilo parecido y una forma similar de trabajar. Cada profesional es único, sobre todo cuando se desarrollan trabajos en los que ha de ponerse corazón y creatividad a raudales. Pero, lamentablemente, a veces no hacemos lo necesario para que todos puedan apreciar esta singularidad.
¿Qué podemos hacer cuando nuestros puntos fuertes son los mismos que los de la competencia?
1. Ser el mejor.
Justo a esto jugaron en su día las reinas del culamen. Kim Kardashian salía en la portada de una revista sosteniendo una copa de vino en su trasero. Jennifer López le dedicaba una canción a esta parte de su cuerpo con coreografía hipnótica incluida. Y Nicki Minaj se blandía en duelo haciendo un twerking con la fuerza de los mares, capaz de sacar al planeta Tierra de su órbita. Pero el «y yo más» no es un juego fácil. Ser el mejor en tu sector, sin que exista lugar a dudas, no sólo exige talento: requiere autoexigencia y mucho tiempo.
2. Resaltar otro punto fuerte.
¡Que no se diga que te faltan cualidades! Si tu competencia destaca por las mismas que tú, rebusca entre todo lo bueno que tienes, que seguro que es mucho, elige un nuevo punto fuerte y céntrate tanto en él que termines haciéndolo tuyo y sólo tuyo.
3. Haz algo diferente.
¿Qué tal si trabajas en un nuevo producto o servicio que nadie más esté ofreciendo? Esto no es un punto fuerte. Esto es la patada de un transformer, un cacerolazo en la sesera, un abrazo de Hulk, el aliento mañanero de una momia… Otro nivel.
Puedes probar cualquiera de estas cosas porque todas están testadas y probadas por la Universidad de Wisconsin y el ojo clínico de servidora. Pero si nada de esto funciona, siempre puedes emular a las grandes y hacer lo que decía aquel proverbio chino: mueve tu cucu.
¡Hasta la semana que viene!
8 comentarios
Me ha encantado el post, tengo que mover el cucu, a ver si consigo algo… ha sido muy divertido llevarlo por el tema culo, me recuerda a cuando una vez preparando un examen para la uni con una amiga, hicimos comparaciones del tema con las bragas de la Obregon o las del mercadillo… no se porque me he acordado de esto…jjj… saludines
Bueno, bueno, bueno, es que la Obregón es muy top y da para mucho. No sé cómo no se me ha ocurrido usarla todavía, jajajaja
¡Me parto contigo Susana! Hace poco que te descubrí y cada día me gusta más la originalidad con la que escribes.
Por suerte (o desgracia) creo que hay demasiados culos gordos con los que competir!! 🙂
Jajajaja, es cierto Raquel. Hay muchos, pero siempre se puede hacer algo al respecto. ¡No hay que desanimarse! ¡Muchas gracias por comentar, me ha encantado leerte!
Me declaro super fan de tu blog, en serio, me encanta. Te he visto en instagram y al ver las fotos tan bonitas que tienes he venido para salsear un poco por aquí y wow.
Un placer 😀
http://www.helenesanz.blogspot.com.es
Besitoss
¡Muchas gracias, Helene! ¡Un gustazo tenerte por aquí! Siéntete como en casa 😉
Como de costumbre Susana, un placer leerte. Alegras mis mañanas y me das nuevos panoramas para hacer las cosas diferentes.
¡Muchas gracias, Gabriela! No sabes cómo me alegra saberlo. ¡Haces que el trabajo merezca la pena!