
Verás, siento que he atravesado una auténtica transformación personal (gracias, terapia; gracias, clases de meditación; gracias, procesos de coaching). Poco a poco he ido tomando conciencia de hasta qué punto podemos construirnos jaulas invisibles de las que cuesta mucho salir.
En mi caso, construí una de esas jaulas, sin darme cuenta, el día que nació mi hija. Por algún motivo, me impuse el imperativo de no faltar jamás de mi casa, y, si tenía que hacerlo por trabajo, que fuera el menor tiempo posible. Te sigo contando como salí de esta jaula aquí:
Si lo tuyo es leer más que escuchar, inscríbete en mi newsletter «Hay un oso panda en mi ensalada» para que te llegue cada episodio en formato texto. Y sí, al inscribirte, también descubrirás por qué mi newsletter se llama así 😉.