Septiembre y la vuelta de las vacaciones siempre llega mucho más rápido de lo que se desea, ¿verdad?
Pero ya que estamos de regreso y que las jornadas de trabajo vuelven a formar parte de nuestros días, vamos a hacerlo de la forma más amable posible con nosotras mismas, para no echar tanto de menos las vacaciones. O, al menos, para no necesitarlas tanto. Y eso pasa por mantener en lo posible el balance en nuestro día a día, por buscar ese equilibrio entre horarios laborales no tan largos y una vida personal algo más rica.
No sé si has oído hablar alguna vez del síndrome de la silla caliente. Es esa tendencia a alargar la jornada cuando sientes que no has hecho gran cosa ese día. Es eso que pasa cuando llega el momento en el que, simplemente, deberías apagar el ordenador, dar por concluida tu jornada y salir a que te dé el aire, pero no lo haces y te quedas un poco más. Porque siempre hay algo más por hacer.
La cuestión es que probablemente ese “algo más por hacer” no lo termines aunque te quedes más rato porque, después de todo el día trabajando, estás más cansada y saturada y eres mucho menos eficaz. Así que en ese tramo extra de jornada lo único que haces verdaderamente bien es calentar tu silla y dejarla como hábitat perfecto para criar a una camada de pollitos.
Pero, incluso si consiguieras terminar ese “algo más por hacer”, no es recomendable hacerlo en ese rato extra. ¿Sabes por qué? Hay 2 razones poderosas, escúchalas en el primer episodio de la nueva temporada.
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