Querida amiga, hablemos de delegar. Pero sobre todo, hablemos de delegar bien para liberarnos de verdad.
En estos 10 años en el mundo del emprendimiento, ha sido una constante ver a compañeras abrumadas, saturadas, comidas día a día por las tareas de su negocio. Lo he visto de puertas para afuera y lo he vivido de puertas hacia dentro.
Porque yo misma he sido una de esas emprendedoras aplastadas por el peso del trabajo durante muchos años. He sido esa persona que se levantaba un fin de semana y se ponía a trabajar, que tenía jornadas de 12 horas, que apagaba el ordenador ya de noche cuando no le quedaba ni una gota más de energía y que se pasaba la vida creyendo que, cuando terminara x proyecto o campaña, al fin tendría tiempo para sí misma o para sus seres queridos sin que nunca llegara a ser verdad.
Yo he vivido en la trampa de la emprendedora pulpo, que tiene una lista de tareas tan abrumadora y variada que no puede parar ni a pensar.
Cuando tienes un negocio, pararse a pensar es importante. ¡Es lo más importante de todo!
Si tu día a día o tu negocio no te permiten detenerte a pensar, a observar, a recalcular… tenemos un problema. Creemos que el problema es no tachar todas las tareas de nuestra lista kilométrica, no responder esos emails pendientes, no terminar hoy un pedido, no dejar programado un carrusel para mañana…
Pero el verdadero problema es estar tan desbordadas por estas tareas del día a día que olvidamos que nuestra gran tarea es ser la cabeza pensante de nuestro negocio, ver dónde estamos ahora, cuáles son los puntos de fuga, qué pasos tenemos que dar.
Ven, que te cuento por audio cómo he salido de la trampa.
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