Así planteo las sesiones para niños en exterior

Ya comenté en un post anterior que en las sesiones en interior con niños mi principal objetivo es que no se sintieran atrapados entre cuatro paredes, con una extraña bombardeándole a base de fotos. Quiero que se relajen y que se olviden de que están en terreno extraño, y a la vez quiero momentos diferentes que generen fotos variadas. Para ello ideo pequeñas historias y situaciones en las que involucrar al niño a través de la imaginación y el atrezzo. Por eso son sesiones en las que tengo que trabajar los materiales y adornos que voy a emplear con mucha antelación.

En las sesiones de exterior, sin embargo, es mucho más fácil improvisar, ya que el niño no está tan cohibido y es él mismo, con su propia relación con el entorno, el que va generando momentos diferentes. En ese caso, yo me transformo en la ninja de la fotografía, y, discreta y silenciosa, me limito a seguirlos sin molestar.

El atrezzo en este tipo de sesiones es bastante escaso. A veces monto el «chiringuito» para las primeras fotos: mantel de picnic, cojines, farolillos, banderines… Pero en cuanto veo a los niños con ganas de levantarse e investigar me olvido del atrezzo y les sigo. Es entonces cuando consigo las mejores fotos, los gestos más relajados, las caras más felices…

Desconozco el motivo, pero hay un elemento que nunca me falla cuando lo llevo a las sesiones de exterior: ¡las manzanas! Inexplicablemente, aunque haya niños que aborrezcan comérselas, todos sin excepción encuentran mil y una maneras de jugar con ellas. Además de quedar muy bien en las fotos, consiguen generar tantos momentos divertidos que siempre llevo algunas por si acaso. Los niños de las fotos de este post, después de un mes de la sesión, aún siguen preguntando a sus padres que cuando van a volver a ir al parque a esconder fruta.

Algo que también suele ser una constante en este tipo de sesiones es que, pasados los primeros momentos, los padres se acercan y discretamente me comentan «ahora sí son ellos». Éste es el principal motivo por el que cada vez que tengo que hacer una sesión de niños, si el tiempo lo permite, recomiendo a los padres que elijan hacerla en exterior, y si son varios niños, insisto mucho más.

Sin embargo, no siempre soy tan persuasiva como me gustaría. Me da la sensación de que en muchos casos aún se sigue asociando el hecho de hacer una sesión de fotos a un niño con llevarlo a un estudio muy bien peinado.

Al final de las sesiones con niños, siempre intento que haya momentos de juego con los padres. No hay nada más fotografiable que las risas y los gestos espontáneos de mimos. Además, todos los padres, incluso aquellos que alegan salir fatal en las fotos, se alegran de tener estos recuerdos con sus hijos y, por otro, es una dosis de energía positiva con la que se quedan al terminar la sesión, de vuelta a casa. De este modo, siempre asociarán la sesión de fotos con sensaciones positivas.

Como veis, mis sesiones en exterior no tienen muchos secretos, más allá de ser testigo discreto de momentos que llegan de manera espontánea y, en ocasiones, generarlos o fomentarlos, pero sin que se note.

¿Y a vosotros qué os gusta más: las fotos en estudio o en exterior? ¿Con mucho atrezzo o con poco?

Para aquellos a los que os gusta la fotografía, ya sea de modo profesional, aficionado o porque simplemente soléis hacer fotos a vuestros hijos o tenéis pensado contratar una sesión próximamente, he compartido en mi newsletter de hoy una tablero de inspiración en Pinterest. ¡Espero que os sirva de ayuda!

¡Hasta la semana que viene!