Formas de inspiración

Hoy quiero compartir con vosotros una técnica para encontrar inspiración, basada en un proyecto que llevé a cabo hace algún tiempo, y cómo me las arreglo en mi día a día para encontrar ese momento en el que alimentar mi imaginación y desconectar del estrés acumulado (al final del post, desvelo la sorpresa que he preparado al respecto).

Hace algún tiempo estuve haciendo un proyecto semanal, sobre fotografía basada en literatura. Y es que pocas cosas me inspiran tanto como las palabras. Hay frases que sólo con leerlas consiguen invadirme. Se para el tiempo, se me dispara la imaginación, encuentran caminos en mi mente que me conducen a nuevas historias… Y entonces necesito contarlas, aunque a mi manera, mediante fotos. Probablemente ése fue uno de los motivos que me animó a iniciar este proyecto. Le di forma de blog e invité a participar a todo aquel que también se sintiera inspirado por las palabras. Cada semana seleccionaba un fragmento de alguna obra literaria sobre la que había que hacer fotos relacionadas a un nivel simbólico o literal con el texto. Aquella aventura duró todo un año y, aunque me habría gustado continuarla, la constancia que exige este tipo de proyectos, tarde o temprano, les termina imponiendo una fecha de caducidad.

Al faro, de Virginia Wolf

Grandes esperanzas, de Charles Dickens

Caperucita roja, de los Hermanos Grimm

En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust

Pero lo importante es que gracias a este proyecto encontré una vía de inspiración: la lectura. Os recomiendo que hagáis la prueba: leed un fragmento de alguna novela que os guste y dejad volar la imaginación. ¡Ya veréis la de cosas que se os ocurren, y no necesariamente sólo de fotografía! En general, animo a participar en una experiencia similar a todo aquel que se esté iniciando en la fotografía o que quiera ahondar más en el terreno de la creatividad. Personalmente, este reto me enriqueció tanto a nivel técnico como creativo.

Al tener una periodicidad semanal, este proyecto requería obligatoriamente encontrar siempre un hueco durante la semana para pensar e inspirarme. Este hecho y la lectura de El camino del artista, de Julia Cameron, hicieron que me planteara un nuevo modo de organización para reservar un momento a la inspiración, a alimentarme cretinamente. Tenía que planificarme para que cada parcela de mi vida tuviera su momento estipulado, y no dejar siempre la parte dedicada a mí misma fuera de la agenda.

En este sentido, este párrafo de El camino del artista me pareció revelador: «El arte es un sistema que emplea imágenes. Para crear, nosotros hacemos uso de nuestro manantial interior, una reserva artística que se parece a un estanque bien poblado de truchas. Todo periodo de trabajo intensivo vacía nuestro manantial artístico […] Es por esto que debemos reabastecer nuestro estanque». Leer un libro, ver una película, acudir a una exposición o pararse unos minutos a ver simplemente cómo se pone el sol al final del día son actividades que nutren ese manantial.

Creo que todos deberíamos regalarnos un ratito así al menos una vez por semana. A veces es complicado sacar un poco de tiempo para dedicarlo a nosotros mismos, sobre todo porque nos da la sensación de que no estamos siendo productivos. Y es más bien al contrario, necesitamos esos periodos de descanso para seguir manteniendo el nivel de productividad que deseamos. Es algo similar a lo que sucede en la fábula del leñador, en la que se cuestiona por qué si cada vez corre más, tala menos árboles que al principio. Entonces alguien le pregunta: ¿cuánto tiempo hace desde que afilaste el hacha por última vez? Paremos y afilemos el hacha de vez en cuando.

La clave está en la organización. Es más fácil dedicarnos ese ratito si lo programamos con antelación y lo registramos en nuestra agenda como si fuera una cita con el dentista. En mi caso, para ayudarme a conseguirlo, diseñé el calendario semanal que aparece en estas fotos.

Como veréis, aparecen los días de la semana y está organizado por horas. Hasta ahí, todo normal. Pero lo interesante es que es muy visual y trabaja con símbolos para que el mensaje cale más hondo y no se me ocurra saltarme el tiempo que debo dedicarme a mí misma. Para ello, empleé de fondo una imagen de unas flores y un icono recortable de una regadera que debo colocar un día y a una hora concreta de la semana (cada semana es distinta) para señalar el tiempo que dedico a desconectar. Es el tiempo de regar las flores para que sigan viviendo. Esa es la función estrella de mi calendario, aunque también incluí unos stickers para señalar esas otras tareas semanales y tenerlo todo bien organizado: la compra, la jornada laboral, las citas importantes, etc. ¡Todo está bajo control!

He pensado que esto que me funciona muy bien a mí también podría ser de utilidad para vosotros. Por eso, los suscriptores de mi newsletter han recibido hoy en sus buzones de correo un pdf descargable con este mismo calendario. Si eres suscriptor, ¡no olvides abrir tu email! Y si no lo eres, te recuerdo que cada semana comparto información y contenido extra exclusivo para los suscriptores. ¡Apúntate para no perdértelo!

¿Y tú tienes alguna forma particular de inspirarte y organizarte? ¡Cuéntamelo, me encantaría saberlo!