Naufragio en aguas nacionales

Cuando los vientos del este y del oeste empezaron a soplar con fuerza, se cruzaron dentro de sí como en una esquina deshabitada, formando mareas incontenibles. Las olas le azotaban y le agitaban el ánimo en un vaivén de sentimientos acrecentado con la tormenta.

Mientras contemplaba las nubes que le cercaban, vio resbalar las primeras gotas y, cuando la lluvia creció en intensidad, pensó que ya era tarde para sacar un paraguas, y que tampoco le serviría demasiado en mitad de aquel temporal imprevisto y necesario.

Descubrió en sus manos errantes diminutos barcos de papel a la deriva. El farero estaba de vacaciones, y sin un faro guía no había nada que hacer salvo esperar a que los vientos amainaran.

Pero como sucede con las tormentas más violentas, ésta se fue de golpe y sin previo aviso, como si no hubiera existido, salvo por el reguero de escombros y sedimentos emocionales que dejó a su paso. Repasó entonces todos los sitios de su cuerpo para encontrar algún rincón al que no hubiera llegado el desastre. Era tarde. Había naufragado y ahora, simplemente, se encontraba en otro lugar. Pero sólo era cuestión de salir al sol, secarse y empezar de nuevo.

Cómo lo hice:

Para la primera foto, usé el trípode y el disparador remoto. Hice varias tomas (sin variar el encuadre ni el punto de enfoque) de mi mano, mi mano con el barco, mi mano sin el barco mientras derramaba agua sobre ella… Después cogí las imágenes más interesantes y las monté por capas en Photoshop, haciendo máscara sobre aquello que quería mostrar de cada una de ellas, de modo que entre todas formaran este pequeño naufragio en la palma de mi mano.

En la segunda foto pensaba usar sólo agua, pero en el último momento recordé que en el coche tenía líquido limpiaparabrisas y que era de color azul, así que salí corriendo para cogerlo y poder repetir la toma antes de que se pusiera el sol (un día de estos me roban el trípode…).

Ya lo anuncié en el post del pasado jueves, pero vuelvo a comentarlo para aquellos que sólo me leáis los martes:

Como sabéis, este año he cambiado mi vida por completo, he pasado de trabajar en una gran agencia por cuenta ajena a hacerlo (por decisión propia y convicciones personales) para pequeños negocios y particulares, trabajando a la vez en 2 líneas diferentes: por un lado, en el campo de la comunicación, publicidad y diseño, y, por otro, como fotógrafa social. Aunque a mis espaldas tengo más de una década de experiencia, lo cierto es que haber estado trabajando para otro me convertía en una gran desconocida para todos. Tenía que darme a conocer y hacerlo en 2 frentes a la vez.

Esto implicaba la difícil tarea de llevar 2 posts semanales, cosa que exige constancia y mucho tiempo, un tiempo que en la mayoría de las ocasiones he tenido que robar de otras parcelas que también son importantes. Ahora que todos tenemos puesta la mente en las vacaciones creo que ha llegado el momento de bajar el ritmo y mimar esas otras parcelas. Por ello, hasta el 2 de septiembre publicaré un sólo post a la semana.

Quiero aprovechar este momento también para agradecer a todos la calurosa acogida con la que me habéis recibido. Ha sido realmente increíble y reconfortante contar con vosotros en esta nueva aventura. Con cada comentario, cada email, cada me gusta y publicación compartida en las redes sociales, habéis conseguido que cada pasito que daba se convirtiera en dos. ¡Mil gracias!

Espero que tengáis unas felices vacaciones. ¡Ya es verano! ¡Toca disfrutarlo!

(La semana que viene sólo publicaré el post de comunicación -el jueves-, así que a los del área de fotografía volveré a veros en 2 semanitas. ¡Un beso!).