Querida amiga, hablemos de lo que agota dudar sobre una misma. Del lastre diario que supone dedicar tiempo y energía a dudar sobre tus ideas, tus talentos, tus posibilidades de éxito… Hablemos de todo esto. Pero, sobre todo, hablemos de cómo dejarlo atrás.
¿Dejarlo atrás? ¿Quieres decir… DEJAR DE DUDAR? ¿Eso es posible?
¡Ojalá! No somos robots. Dejar atrás no significa dejar de dudar. Pero, alerta spoiler, puede que signifique algo mejor.
Verás, creo que tener un negocio va de la mano de tomar decisiones continuamente. Vas a tener que tomar un montón porque, básicamente, tu negocio depende del rumbo que vas marcando con los pasitos que das cada día.
Algunas decisiones parecen grandes e importantes: ¿Cuándo lanzo esta colección? ¿Qué nombre le pongo a este servicio?…
La mayoría de las veces vas a estar tú sola frente a estas preguntas. Y no siempre vas a tener una repuesta súper clara para todas. Así que me temo que dudar forma parte del camino. No puedes dejarlo atrás. Y, además, es algo natural.
Sin embargo, el problema viene cuando las dudas se enquistan y suben de nivel.
Cuando dejamos de dudar de lo operativo, de lo concreto, de las ramas de nuestro negocio (¿publico esto hoy o mañana? ¿lanzo en junio o en septiembre?) y empezamos a dudar de la raíz, de la médula de nuestro negocio.
Vamos, de esa sustancia esencial llamada “nosotras mismas”.
Acompáñame en este episodio en el que te cuento cómo romper con estas dudosas dinámicas (lo siento, no me he podido resistir)
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