Querida amiga, hablemos de la competencia. Bueno, de la competencia no, de algo aún más interesante: hablemos de ti, de lo que te pasa frente a tu competencia.
Una de las cosas que vengo observando desde hace años es que muchas veces tendemos a hacernos pequeñitas frente a la competencia. En momentos vulnerables, la existencia de una competencia fuerte o masiva es una invitación directa a cuestionarnos si hay hueco para nosotros, si nos merecemos estar ahí, si somos mejores o peores, si hay alguna diferencia objetiva entre nosotros y los demás, si aún habiendo esa diferencia la gente lo estará percibiendo, si tiene sentido seguir por este camino…
Y según como nos planteemos esas preguntas, puede ser una oportunidad excelente para reforzar nuestros puntos fuertes, apretar algunos tornillos, reformular mejor la estrategia… Estas cuestiones no son malas en sí.
El problema surge cuando estas preguntas nos pillan con las defensas bajas. Y es que en vez de servirnos para hacer mejoras lo que consiguen es meternos en un bucle de comparación, paralizarnos y desmotivarnos.
¿Quieres saber cómo he gestionado yo misma las comparaciones frente a mi competencia? Te espero en el podcast.
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