
Querida amiga, hace unas semanas mi cabeza hizo un clic pensando en esto. ¿Cuántas veces lloramos o nos desesperamos por la gota que ha colmado nuestro vaso y no por tener el vaso lleno?
Empiezo yo: muchas. Reconozco que muchas veces he centrado mis preocupaciones en esa pequeña gota que ha hecho que mi vaso se derrame cuando en realidad lo preocupante debería haber sido vivir con el vaso lleno. Y esto aplica a todo, a la vida y a los negocios.
Cuántas veces no nos hemos frustrado porque una campaña no tuvo el éxito esperado y no vendimos lo que queríamos, cuando en realidad el número de ventas solo fue una gota final en un vaso que ya estaba lleno de otros problemas que causaron esa escasez de ventas.
Por ejemplo, no ser capaces de salir del modo «apagar fuegos» y planificar nuestras campañas a conciencia; estar tan saturadas con las urgencias del día a día que no podemos parar a plantear bien nuestra estrategia… Eso sí que es vivir con el vaso lleno y el problema en el que deberíamos centrarnos.
O cuántas veces has terminado desbordada y enfadada al final del día, agotada por trabajar hasta tarde para cumplir con un cliente exigente, cuando, en realidad, llevas semanas sin respetar tu propio descanso.
¿Y cuántas te has deprimido porque en tu última publicación de Instagram no tuviste engagement cuando realmente hace tiempo que te sientes desconectada de tu audiencia y no te das el tiempo ni el espacio para pensar en calma sobre qué ofrecer que encaje con sus necesidades ahora?
Nos fijamos en la gota, pero hace tiempo que estamos ignorando todo un mar. Y es ahí donde debemos poner soluciones porque la última gota es solo una consecuencia de todo lo anterior. Y en el episodio de hoy, te cuento cómo no llegar a no derramar el vaso.
Si lo tuyo es leer más que escuchar, inscríbete en mi newsletter «Hay un oso panda en mi ensalada» para que te llegue cada episodio en formato texto. Y sí, al inscribirte, también descubrirás por qué mi newsletter se llama así 😉.