Había una vez… una jaula

Verás, siento que he atravesado una auténtica transformación personal (gracias, terapia; gracias, clases de meditación; gracias, procesos de coaching). Poco a poco he ido tomando conciencia de hasta qué punto podemos construirnos jaulas invisibles de las que cuesta mucho salir. En mi caso, construí una de esas jaulas, sin darme cuenta, el día que nació mi hija.

¿La vida manda?

Ay, amiga. Ya era hora de retomar… Ya sabes lo del vapuleo de, ¿verdad? El accidente de coche, la rehabilitación, los cambios de fecha en la publicación de mi libro… 4 veces me lo cambiaron ¡y las que te rondaré, morena! Fíjate que desde principios de año había estado organizando el resto de lanzamientos en torno a ese, para que no se me solaparan. Cada vez que me cambiaban la fecha, tenía que retrasar el resto y, cuando me di cuenta, me faltaban 2 meses para las vacaciones de verano, me habían vuelto a retrasar la fecha del libro de nuevo y las otras 2 campañas que tenía planificadas para aquel primer semestre seguían a la cola. Cuando pensé en hacer 3 campañas (la del libro y las otras 2) seguidas en el plazo de 2 meses sentí que todo me daba vueltas.