De los planes a la acción
Nos dicen que saltemos, que nos lancemos de cabeza, que volemos alto… Y nos morimos de miedo. Lógico. Esto pinta peor que un vuelo en Ryanair. A veces las frases hechas tienen el poder de deshacer el ánimo de los más valientes. Así no hay decisión que no se tome sin su poquito de ansiedad, lloros, ruegos y preguntas, infartitos y arritmias varias. ¿Quién es capaz de mantener el ánimo con semejantes metáforas? ¿Quién no teme dar un paso en falso cuando todas las expresiones que usamos nos representan al borde de un abismo? ¿Cómo narices vamos a pasar de los planes a la acción sin temer por nuestras vidas y el futuro de la galaxia? Me apetecía escribir sobre este tema locamente, pero reconozco que me ha costado encontrar el enfoque. Porque hay mil posts en los que te cuentan cómo pasar de los planes a la acción en 3, 4 ó 5 pasos, dependiendo de la tendencia a lo esquemático o a transitar por los cerros de Úbeda que tenga el autor en cuestión. Y, oye, nada que decir al respecto. Tienen todos más razón que un santo: hay que establecer objetivos, pensar cómo vamos a alcanzarlos, planificarse y toda la pesca. Pero en